BALMORHEA EN MÉXICO: NOCHE DE NOSTALGIA Y JÚBILO ENTRE HOJAS SECAS.
Llegamos en punto de las 8:30 de
la noche al Lunario del Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Ya se veía
una cantidad considerable de personas preparándose para entrar a disfrutar de
la primera visita de los nativos de Austin, Texas a nuestro país.
Al entrar lo primero que llamaba la atención
era el escenario en el que se observaban un árbol blanco de escenografía en
cada lado y el piso estaba repleto de hojas caídas como si estuviéramos en un
nostálgico paraje otoñal, sin duda el escenario perfecto para la noche que se
anticipaba.
Los encargados de abrir el show
fueron Joaquín García and The Local Universe agrupación oriunda del DF quienes
a base de arpegios cuidadosamente construidos, ritmos de bajo concisos, un saxofón
que sabía exactamente dónde colocar las notas de manera perfecta, todos bajo la
dirección de una voz muy al estilo de Dead Cab for Cutie o Bright Eyes,
lograron ganarse a la audiencia rápidamente además de que algunos fans
presentes coreaban sus canciones.
Al terminar el set de la banda
telonera, la expectación crecía al máximo, las cortinas del fondo se levantaron
para dejar ver las copas de los árboles del patio exterior, agregando
misticismo y creando aun más la ilusión de encontrarnos en una especie de
bosque lleno de luces y melodías cantadas por las hojas al caer de los árboles.
Al poco tiempo hacen su aparición los
integrantes de Balmorhea, se les ve inquietos y sorprendidos de la grata
respuesta y el cariño del público que se siente aun cuando ni siquiera han
terminado de acomodarse en sus respectivos lugares.
Suenan los primeros acordes de Days y poco a poco nos vamos sumergiendo
en el mar de emociones que representa la música de la banda liderada por Michael Muller y Robert
Lowe. Posteriormente, dan paso al tema Masollan, uno de los favoritos de los
fans y para entonces ellos (Balmorhea), no pueden parar de sonreír, se les ve
muy gratamente sorprendidos por la respuesta de la audiencia quienes no pueden
contener la emoción entre canciones y los eufóricos aplausos sirven de banda
sonora para ese momento en que los multi instrumentistas de la agrupación
cambien de lugares y se preparen para ejecutar sus melodías ya sea en el
violín, cello, contrabajo, bajo, guitarras acústicas, teclados y percusiones.
Justo antes de tocar Settler, Michael toma el micrófono para
saludar al público y comentar lo felices que están de pisar un escenario en
nuestro país por primera vez, a lo largo de su actuación, en varias ocasiones
tanto él como Robert aprovechaban cada oportunidad para bromear con la
audiencia, anunciar el nombre de los temas, o platicar sobre su experiencia en
Plaza Garibaldi, o simplemente dejar ver que para ellos era un show muy
especial. “This next song is actually named after one of your states” (Esta
canción de hecho fue nombrada como uno de sus estados) comentó Michael antes de
que sonaran las primeras notas de Coahuila,
uno de los temas consentidos del público. Todos y cada uno de los integrantes
de la banda lograron conectarse con la audiencia; destacó el carisma y la timidez
de Aisha quien al frente del escenario ya sea tocando el violín, la guitarra
eléctrica o cantando siempre aprovechaba sus silencios para sonreír al público
y mostrar su agradecimiento por los aplausos y gritos.
El ambiente de júbilo se volvía
un poco más solemne en la segunda mitad del set, tras la advertencia de Michael
de que sería la parte más “tranquila” del show. Baleen Morning, Bowspirit y
Pirakantha fueron interpretadas con suma sutileza, una maestría y esa química entre los músicos que es
impresionante ver y presenciar.
La banda se despidió del escenario,
prometiendo que volverían a nuestro país pronto, salieron y aun cuando no
terminaban de abandonar el escenario todos en el lunario gritábamos para que
volvieran, tomaran sus instrumentos y nos siguieran transportando a lugares mágicos
y lejanos. Interpretaron tres de sus temas, cerrando con la ya clásica pieza Truth en la cual finalizaron con un
hermoso ensamble de voces que erizaba la piel, antes de dejar el escenario
definitivamente tras habernos regalado momentos increíbles con su música llena
de capas de nostálgicas melodías, atmósferas sutiles, texturas místicas y
matices dignos de esos momentos sublimes que todos atesoramos en nuestra
memoria.
El show había terminado y no pasó
mucho tiempo para verlos afuera compartiendo, tomándose fotos entre la gente,
firmando autógrafos y disfrutando de su visita con la mayor humildad.
De verdad que ha sido un show
mágico y le debemos mucho a Pedro y El Lobo y Ordinary People por, no solamente
la excelente organización, sino por hacer posible que el vínculo que quienes
escuchamos a Balmorhea desde hace tiempo, además de etéreo, trascienda la
distancia y se propicie el tan esperado encuentro.
Joaquin Garcia & The Local Universe
Balmorhea
Declan Ramírez
Fotografías: Pepe Rincón
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